LA ISLA DE LOS COLORES, por ZSOLT BUKTA.

Es una mañana de otoño en Bajamar. Un joven desciende entre cardones y tabaibas, hacia la rocosa playa de San Juan. Camina lento, con la cabeza baja. Pareciera que a cada paso se impregnara del entorno y sus elementos, grabarlos en la memoria de sus sentidos, para conservarlos eternamente. A ratos se detiene, se agacha y palpa la tierra, con sus propias manos. Pareciera mimetizarse con ella, como si conectaran etérea- mente. Se descalza y se acerca al mar. Resulta llamativa su expresión corporal, su calma, su liviandad, pareciera que flotara.

Se trata del artista húngaro Zsolt Bukta, que como creador es un ser ávido de conocimiento. Bukta habla de una sensación casi mística cuando entra en contacto con la naturaleza. Al tocar y sentir la lava, el basalto, la arcilla… siente que estuviera conectando con la Madre Tierra. Ésa, es la génesis de su creación. Examina y estudia rigurosamente todos y cada uno de los materiales que utiliza, para percibir su comportamiento, sus propiedades, y aprender de su biodiversidad comprendiendo así el espacio que habita. Es por ello que sus imágenes suelen ser paisajes, formas orgánicas y motivos inspirados en la naturaleza.

En esta serie, todas las piezas están elaboradas a partir de elementos recolectados en la isla de Tenerife. Con absoluto respeto al entorno y la preservación de la biodiversidad como estamento, Bukta nos presenta una paleta de colores provenientes de la actividad volcánica de la isla, que nos brinda una perspectiva diferente sobre la riqueza de Tenerife y un enfoque distinto respeto a sus tesoros naturales. Utiliza la técnica de la acuarela como forma de honestidad ante su obra, para que los pensamientos expresivos que surgen durante el proceso de creación se manifiesten de forma rápida y dinámica.

Así como ya lo hicieron en el movimiento “art and craft” de finales del siglo XIX o como en la actual necesidad de sostenibilidad ambiental, Zsolt Bukta le rinde homenaje a la naturaleza a través de la pintura resultante de sus propios materiales elaborados. Imágenes orgánicas, que también tienen vida propia.

Suele hablarse del territorio como algo que nos pertenece, cuando somos nosotros quienes pertenecemos al territorio, y nos debemos a él. La naturaleza y la historia son los elementos que nos conforman, que nos hacen entender el mundo como lo hacemos, y que nos inclinan a crear de una forma u otra. El arte son huellas en la historia, a través del arte podemos transitar los diferentes caminos de ésta, como si fuera un juego que nunca termina.

Así, Bukta transita el camino de la vida habitando los entornos que encuentra. Los reconoce, estudia, respeta y homenajea a través de su obra. Entendiendo que no hay territorio que le pertenezca, debiéndose a aquellos que lo acogen y le permiten habitarlos, para formar parte, significar y hacer trascender el aquí y ahora de esa naturaleza cambiante, dejando su huella, ya sea efímera o no…

Karla Erauzkin.

ZSOLT BUKTA