Casi como un experimento social, esta exposición recorre quince años en la trayectoria de tres compañeros en las Bellas Artes, bajo la diferen- te mirada de cada uno de ellos.

Nos enfrentan a las temáticas recurrentes para los artistas canarios, desde la percepción sobre el paisaje y la propia canariedad, hasta otros temas atávicos y comunes a la mayoría de artistas. En su obra, a veces en paralelo y otras de forma transversal, surgen similitudes y arraigos, que en el transcurso de los años se acentúan azarosamente. En el reen- cuentro, y ya con el transcurrir de la vida sobre sus hombros, los hijos, la cotidianeidad y las cicatrices en forma de arrugas, se dan cuenta que la raíz de su pasión no sólo sigue persistiendo, sino que ahora, en medio, los tres, de encrucijadas vitales, es más fuerte que nunca.

Mariana Rodríguez Rivero.

El color y la niñez atraviesan su obra, como los ingredientes principales de la misma. Representa, a través de sus pinturas, las diferentes etapas de la vida, con personajes volátiles como narradores, que se desenvuelven en los diversos y divergentes escenarios que Marina crea para ellos, como excusa para contarnos historias de cuentos y simbolismo.

Pedro Cedrés.

Surrealista confeso y soñador despierto, pretende representar en sus obras la profundidad del pensamiento humano. En esencia su obra repleta de iconos y dobles sentidos intenta abarcar los estímulos a los que nos enfrentamos en cada segundo. Sin modelos, intenta apartarse de la iconicidad para relatar el mundo que le rodea y que el sentido de la pieza se genere en la mente del observador. Su obra, parecida a un diario visual, se nutre de los estímulos que ocurren mientras es pintada, una canción, un recuerdo, una noticia, un olor. Sin ataduras estéticas ni formales, su visión navega entre el horror vacui y la relativización del espacio, “en un folio cabe el universo”. Muchas veces usa iconos para representar situaciones; por ejemplo, las cerraduras son problemas y las llaves soluciones. Estos iconos han ido suplementando una lista de metáforas visuales las cuales abarcan lo profano y lo místico. En la búsqueda de diferentes canales de expresión inventa lo que define como el 4d. En la mayoría de sus obras ni quiera la posición de esta es racional, muchos cuadros pueden verse en diferentes posiciones, lo que genera en el espectador una tensión perceptiva que le hace ser partícipe de la obra a diferentes niveles.  Además de la transgresión que se le presupone a cualquier artista, Pedro abarca temas controvertidos y universales como la violencia, la religión, el miedo. Su obra, pretende ser minería para el alma y que el observador reflexione y sea curioso como quien explora un paisaje complejo en el que las situaciones suceden conexas…

Semidam Pérez.

Pragmático y anárquico en la representación de su obra. A través de la investigación y la puesta en práctica de diferentes y diversas técnicas, encontró en la pintura su medio óptimo para compartir con el mundo su “visión de la realidad”. Tan real como la vida misma es su proceso de creación, en el que se planta frente al lienzo y deja fluir la amalgama de experiencias vividas para posteriormente plasmarlas, apoyado por una fuente musical, lo cual da lugar un compendio de sensaciones muy diferentes que tratan de dialogar con el espectador que se enfrenta a la obra.

Este diálogo que el artista entabla con el público, tiene que ver con su visión crítica de la sociedad actual, rehén de la cultura de la imagen, tan presente en nuestra cotidianidad e integrada de forma totalmente natural. Una sociedad poblada de autómatas, que, aun conviviendo en un mundo eminentemente visual, la comunicación y la proyección del “yo”, se torna más fría que nunca, siendo una construcción social. Cuanto más fácil es, parecen relacionarse menos, siendo su interioridad totalmente desconocida para los demás y para ellos mismos.  Esta dualidad es palpable en la obra de Semidam en ese uso de los contrastes, de la relación entre color y negros, de la combinación de opuestos…